
Aprovechas que han salido y te has quedado solo para poner la música a un volumen bastante como para escucharla en todas las habitaciones y para comer galletas de mantequilla mientras te paseas por la casa. Como si lo observaras todo desde el interior de una novela de Murakami, te detienes un momento a contemplar los detalles de los cuartos, los muebles, las camas, las estanterías, las persianas medio bajadas, los trastos y los juguetes por en medio, los imanes del frigorífico, las plantas, las flores, los cedés y las pelis, los libros y los cuadros, las fotos... la vida que hay en ellos, el placer que te proporciona ver todo
lo cotidiano que te rodea y la tranquilidad que sientes mirando sus cosas -las de ellas-, todas en
su sitio, en el lugar en que las han puesto o las han dejado. La voz de Dinah Washington llega desde el salón; canta algo acerca de la lluvia y septiembre, y no puedes evitarlo. El año empieza en septiembre, como él siempre decía.