
Todos prometieron; ninguno solemnemente. Ninguno se despistó y puso la mano sobre la Biblia en lugar de sobre la Constitución. Ninguno juró, ni comprometió su conciencia y honor en el desempeño del cargo de ministro del Gobierno de España. A ninguno se le exigió prestar fianza o caución suficiente para responder de los posibles daños y perjuicios que pudieran derivarse de las decisiones que adopte al frente de su Departamento correspondiente. Y a ninguno de ellos se le ha ocurrido suscribir un seguro de responsabilidad civil por los perjuicios que se irrogaren del desempeño de sus cargos.
Estaría bueno.
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