viernes, 28 de mayo de 2010

SGCI 0175 LGZ28M - 09:24:55 - 052810

Algo pequeñito, uo, uo, uooo...

Esta semana nos dejaba a los 95 años Martin Gardner, el científico de los pasatiempos matemáticos y de las perplejidades numerísticas. En España sabemos algo de eso, sobre todo de perplejidad ante los números y la forma de que salgan las cuentas: matemáticas financieras y política económica. Esta misma semana el gran gurú de los silogismos demagógicos (España no es Grecia, pero sin estas medidas, acabaremos como Grecia) volvía a dejar por mentirosos a los que se supone saben de números en el Gobierno del Reino, ministros suyos a quienes las cuatro reglas se les olvidaron allá por el año 3º de la Era ZP, con el rollito del cargo a déficit y aquellos chistes tan buenos sobre la economía y el estado de ánimo. Rodríguez, ese gran estadista, conseguía que el Congreso convalidara su Decreto-Ley de medidas urgentes remendado chapuceramente y a salto de mata a base de correcciones de errores en el BOE gracias a la abstención de algunos de los pocos políticos de verdad que parece haber en esta nación -concepto del que ellos mismos recelan en términos unitarios; los absentes, digo-. La mistificación de la economía socialista española moderna: da igual que lleves una lira debajo del brazo si eres capaz de hacerla pasar por ábaco; tus forofos se lo tragan. Las mentiras de este Gobierno de peluca, trompeta, nariz colorada, flor que echa agua, camisón colorado, saxofón pequeñito, foca, pelota de playa y pista central llena de ligres pasando por el aro se ha equiparado definitivamente a lo de las Palomas Segrelles (madre e hija): no hay por dónde cogerlas. Ni Rajoy se atreve con la moción de censura ni ZP con la cuestión de confianza. Teniendo en cuenta que uno y otro se levantan cada día con lo justico para no perder el sentido al final de la jornada, ya podemos estar orgullosos de haberlos puesto donde están y del bien que nos procuran. Pierden ambos una oportunidad extraordinaria que pocas veces en la Historia de nuestra democracia se ha presentado tan apremiante. Cualquiera de estos dos mecanismos de fiscalización de la actuación del Gobierno serviría para aclarar un poco las cosas. O mejor; unas elecciones generales anticipadas a la voz de ¡ya! Eso sí sería una medida urgente, y que el inepto Jefe de Gobierno se esfumase como un ninja en una bomba de humo y el filfa Jefe de la Opocisión se volviera a inmatricular fincas y calificar escrituras. Seguiremos sacando a España adelante, decía el portavoz socialista esta semana.
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